miércoles, agosto 23, 2006

Regreso. Capitulo 1: 1ª parte

Visto que todo el mundo se lanza con sus historias, pues yo también me animo. Es la primera vez que me planteo hacer algo desto asi que no se la aceptación que tendrá, ahi os la dejo.Acepto criticas, siempre constructivas :). Tambien acepto que me digais, dejalo ya tio :P


Era el duodécimo día, del segundo mes, del centésimo primer año, según el calendario de Rolje. Amanecía en Raofegh, más conocida como la ciudad hundida, llamada así, porque se encontraba en las profundidades de un gran agujero que fue creado, según cuentan los antiguos escritos por la antorcha Gailmas, el Dios del fuego, que cayó del cielo para castigar a los mortales por sus actos pecaminosos.
El sol se levantaba al este, borroso aun por la bruma matinal. Horstan observaba desde lo alto de la torre del palacete de Balrrin como huestes de hombres a caballo descendían apresuradamente por los angostos senderos que daban acceso, primero a los suburbios de Raofegh, para más tarde adentrarse, ya por anchas y rectas vías, a lo más profundo de la ciudad.
-Se ha que venís –se dijo Horstan, mientras veía como los recién llegados continuaban acercándose- Pero no os será tan fácil.
Apresurado recogió sus cosas, se ató a Amin, su espada, a la espalda y descendió veloz las escaleras de la torre. A grandes pasos se dirigía al salón principal donde Balrrin lo esperaba para tomar juntos la primera comida del día. Así lo habían planeado la noche anterior, hacia mucho tiempo que no se veían y Balrrin era una de las pocas personas en quien Horstan confiaba.
Se conocían desde niños, los dos se habían criado en la capital de Rolje. Ambos tuvieron que escapar después del golpe de estado en su país natal. Perseguidos por quienes se hacían llamar “defensores de la nación”, compartieron camino durante largo tiempo, hasta que se hubieron de separar. La suerte no fue igual para ambos. Balrrin fue recogido por la familia de regentes de Raofegh mientras que Horstan se vio condenado a unirse a un grupo de nómadas que moraban en las montañas. Nunca llegaron a perder el contacto y nunca dejaron de confiar uno en el otro.
Después de recorrer el largo pasillo entro a la sala donde ya servían el desayuno:
-Horstan, no te he oido llegar –dijo Balrrin-. A pesar de su gran tamaño había aprendido a ser muy silencioso, y Balrrin no podía creer que consiguiese atravesar el inmenso pasillo sin que nadie de los presentes en la sala lo hubiese oído. Sin salir de su asombro Balrrin prosiguió:
-Toma asiento, te esperabamos.
-No hay tiempo-dijo Horstan- Vienen por mi, huestes de hombres descienden el camino del este, he de partir.

3 comentarios:

ismael dijo...

eso es, todo es ponerse :D:D

Simón dijo...

Oye, me gusta :) ¿Te animas a unirte al blog conjunto?

Alber dijo...

Bieeeen, otro más q se apunta :)
¡Muy guapa, tío!